Luis Alejandro Sampayo Cabada | Más allá de tener vacas

La imagen romántica del ganadero contemplando el horizonte mientras su rebaño pasta tranquilamente es una postal hermosa, pero peligrosa. Detrás de esa calma aparente, hay una tormenta perfecta de insumos dolarizados, cambio climático impredecible y márgenes de ganancia que se estrechan cada año. Hoy en día, tener muchas vacas no es sinónimo de tener mucho dinero; a veces, es todo lo contrario.

La rentabilidad en la ganadería bovina moderna ha dejado de ser una cuestión de suerte o de tradición familiar para convertirse en una ciencia de precisión. Ya no gana el que tiene más hectáreas, sino el que produce más carne o leche por metro cuadrado al menor costo posible.

Para bajar estos conceptos de la nube teórica a la tierra (y al lodo) de los corrales, hemos viajado para conversar con Luis Alejandro Sampayo Cabada, un productor que ha vivido en carne propia la transición de la ganadería «de abuelos» a la ganadería empresarial. Su testimonio no es el de un académico de oficina, sino el de alguien que se ensucia las botas y que ha tenido que tomar decisiones duras para que los números cierren a fin de mes.

Fuente: https://www.figzafra.es/que-es-la-ganaderia-intensiva/

El fin del «ganadero tenedor»

El primer gran obstáculo para la rentabilidad es cultural. En América Latina, durante décadas, la tierra y el ganado se vieron como una caja de ahorros. El ganado estaba ahí, engordando a su ritmo. Pero el tiempo es dinero, y una vaca que no produce es un pasivo.

«Durante mucho tiempo, uno caía en la trampa de enamorarse de los animales. Veías una vaca bonita y, aunque no pariera ese año, la dejabas en la finca por cariño o por esperanza», nos comenta Luis Sampayo mientras revisamos los registros de su lote de cría. «Ese fue el primer chip que tuve que cambiar. Entendí que, si quería rentabilidad, tenía que dejar de ser un ‘tenedor de ganado’ y convertirme en un empresario de proteína. Cada animal es una unidad de negocio; si no es eficiente, se tiene que ir».

Este cambio de mentalidad es la base de todo. La rentabilidad empieza por la auditoría: saber exactamente cuánto cuesta producir un kilo de destete o un litro de leche. Sin datos, no hay gestión. Leer más

Fuente: https://es.vecteezy.com/foto/15230661-agricultor-trabajando-y-controlando-su-ganado-en-la-granja-lechera-industria-agricola-concepto-de-agricultura-y-ganaderia-vaca-en-la-granja-lechera-comiendo-heno-establo

El pasto: El insumo más barato (y el más descuidado)

Si preguntas a un experto cuál es la clave financiera, te dirá que el ganadero primero debe ser agricultor. Agricultor de pasto. El error más común que mata la rentabilidad es depender de insumos externos (alimento concentrado, silo comprado) cuando se tiene una fábrica de comida solar bajo los pies.

Luis Alejandro Sampayo Cabada hace hincapié en cómo la gestión racional de los potreros cambió sus números. «Nosotros solíamos soltar el ganado en extensiones grandes y que comieran lo que quisieran. Eso es tirar dinero. El animal selecciona lo mejor, pisotea el resto y degrada el suelo», explica.

La implementación de sistemas de rotación intensiva (como el Pastoreo Racional Voisin o variantes adaptadas) permite triplicar la carga animal por hectárea. «Cuando empezamos a dividir potreros y a respetar los tiempos de reposo del pasto, fue como si hubiéramos comprado otra finca, pero sin gastar en más tierra. Teníamos más comida disponible gratis. Ahí es donde está el margen de ganancia real», asegura Luis Alejandro Sampayo Cabada. Leer más

Fuente: https://www.espaciosverdescancun.com/tips-para-un-pasto-verde-y-saludable/

Genética adaptada: No luches contra el entorno

Otro agujero negro por donde se fuga el dinero es la vanidad genética. Importar razas europeas puras a entornos tropicales húmedos y calurosos suele ser una receta para el desastre financiero: gastos veterinarios altos, estrés calórico y baja reproducción.

La rentabilidad hoy exige animales funcionales. Vacas que se preñen cada año a pasto, sin suplementación de lujo. El vigor híbrido (cruce de razas cebuínas con europeas, por ejemplo) suele ser la respuesta para mantener la rusticidad sin perder productividad.

Durante nuestra charla, Luis Alejandro Sampayo Cabada recuerda una lección aprendida a base de facturas veterinarias: «Al principio uno quiere tener la raza que sale en las revistas. Pero esas vacas en mi zona se la pasaban enfermas o no entraban en celo. Tuve que ser humilde y buscar animales adaptados a mi realidad, a mis garrapatas y a mi sol. Una vaca mestiza que me da un becerro al año es infinitamente más rentable que una pura que me da uno cada dos años y me cuesta el doble mantenerla». Leer más

Fuente: https://blog.agrocampo.com.co/razas-europeas-de-ganado-bovino/

La reproducción es el motor del negocio

En la ganadería de cría, si no hay terneros, no hay ingresos. Así de simple. El indicador clave aquí es el Intervalo Entre Partos (IEP). Lo ideal es acercarse lo más posible a un parto por vaca al año. Cada día que una vaca pasa «abierta» (sin preñar) después del periodo voluntario de espera, está comiendo las ganancias del ganadero.

Para lograr esto, la sanidad y la nutrición deben estar alineadas. Pero también la toma de decisiones drástica. Luis Alejandro Sampayo Cabada nos muestra su sistema de clasificación: «Nosotros implementamos una política estricta. Vaca que falla dos veces consecutivas en la temporada de servicio, sale al matadero. Suena duro, pero eso sanea el flujo de caja y, evolutivamente, te vas quedando solo con las más fértiles. La rentabilidad no permite sentimentalismos en el manejo reproductivo». Leer más

Fuente: https://www.facebook.com/photo.php/?fbid=1275261477938561

Gestión administrativa: De la libreta al Excel

Finalmente, no se puede hablar de dinero sin hablar de administración. Muchos productores no saben cuánto ganan (o pierden) hasta que se acaba el año. La ganadería rentable requiere monitoreo mensual. Costos directos, costos indirectos, depreciación de maquinaria y costo de oportunidad de la tierra.

No hace falta un software de la NASA, pero sí disciplina. Anotar cada vacuna, cada reparación de cerca, cada litro de combustible.

«Lo que no se mide, no se controla. Y lo que no se controla, te lleva a la quiebra», sentencia Luis Alejandro Sampayo Cabada hacia el final de nuestro recorrido. «Yo antes llevaba todo en la cabeza. Ahora, sé cuánto me costó producir el novillo que vendí ayer. Eso me permite negociar mejor y saber dónde cortar grasa cuando los precios del mercado bajan».

La ganadería bovina sigue siendo un negocio noble y viable, pero las reglas del juego han cambiado. La rentabilidad ya no está garantizada por la tenencia de la tierra, sino por la eficiencia operativa. Requiere convertirse en un productor de pasto, un gerente de genética y un administrador riguroso.

Como bien resume la experiencia de Luis Alejandro Sampayo Cabada, el secreto no es una fórmula mágica ni un producto milagroso que se compra en la agropecuaria. El secreto es el trabajo diario de gestión, la adaptación al medio ambiente y la frialdad para tomar decisiones empresariales sobre el rebaño. Solo así, la ganadería deja de ser un hobby costoso para convertirse en un motor de riqueza sostenible.

Referencias 

Fuente: https://www.contextoganadero.com/economia/conozca-los-indicadores-de-rentabilidad-en-la-empresa-ganadera

Fuente: https://www.revista.ccba.uady.mx/

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