Detroit, Cubs y Yankees pasan a las Series Divisionales

Los Tigres se aferraban a una ventaja de una carrera cuando los Guardianes le dieron una base por bolas intencional a Kerry Carpenter para enfrentar a Wenceel Pérez. En una serie de tres juegos que se sintió como una interminable seguidilla de duelos individuales pitcher-bateador, este era el que Cleveland quería para tratar de salvar su temporada.

El dominicano Pérez, quien llegó al Juego 3 de la Serie del Comodín de la Liga Americana en una racha de 56-5 y sin hits en esta postemporada, fue subido al tercer lugar en el orden de los Tigres, aunque solo fuera para que el mánager A.J. Hinch pudiera complicarle la vida a su contraparte de los Guardianes, Stephen Vogt, al momento de mover el bullpen. Vogt se arriesgó con el derecho Hunter Gaddis, quien había retirado al ambidiestro Pérez dos veces hacía un par de semanas en el Comerica Park.

Cuando Pérez abanicó y falló un cambio ante el primer lanzamiento, parecía destinado a más de lo mismo. Pero al atacar un raro error — un slider alto — y conectarlo hacia el jardín derecho, liberó una tonelada de frustración con un simple sencillo productor de dos carreras.

“Oh, Dios mío, mi corazón estaba latiendo muy fuerte”, dijo Pérez después de la victoria 6-3 de los Tigres la tarde del jueves en el Progressive Field. “Estaba muy feliz. No había mejor momento para dar mi primer hit en esta postemporada. Hermano, fue genial”.

Con eso, el hechizo que los Guardianes aparentemente tenían sobre sus rivales divisionales se levantó de repente. Spencer Torkelson y Riley Greene siguieron con otros dos sencillos productores y una rivalidad que parecía destinada a cerrarse con otra batalla de una carrera hasta el final se convirtió en una paliza.

“En el segundo juego, estuvo la historia sobre los hombres dejados en base y tantas oportunidades, así que si solo un hit podía abrir el marcador… ya sea por confianza o por inercia, o simplemente por ser contagioso”, comentó Hinch. “Y Wenceel hizo eso”.

“Eso es todo lo que necesitábamos: dar un gran golpe”, comentó Kyle Finnegan, quien retiró a los cuatro bateadores que enfrentó para llevarse la victoria.

Después de dos semanas y media de tormento, un histórico colapso en la carrera por la División Central de la Liga Americana y luego estar al borde de la eliminación, los Tigres encontraron el camino para superar a los Guardianes en el momento perfecto. Con el vuelacercas de Dillon Dingler para tomar la ventaja en el sexto episodio y el rally de cuatro carreras en el séptimo, el equipo salió de su casa de los horrores y avanzó a un enfrentamiento de Serie Divisional contra los Marineros que comenzará el sábado en Seattle.

“Se siente bien”, confesó Finnegan. “Se sintió como el destino”.

Los Tigres festejaron intensamente el sábado pasado en Boston, donde aseguraron un puesto en la postemporada en el penúltimo día de la campaña regular y se aseguraron de que su desplome de final de temporada no les costara una oportunidad en octubre. Pero eso no se parecía en nada a la celebración del jueves en un clubhouse visitante que había llegado a sentirse como un segundo hogar.

Nadie lo disfrutó más que Pérez, quien hizo karaoke en medio del salón, con un micrófono en una mano y su teléfono en la otra mientras bailaba en una piscina de champán y cerveza.

“Es muy especial”, dijo Pérez, cuya primera carrera impulsada en una semana fue el punto culminante de su primer juego de múltiples remolcadas en un mes. “Hemos estado jugando mucho contra ellos. Han estado jugando bien contra nosotros. Nosotros también jugamos bien contra ellos… Son increíbles. Ejecutan lanzamientos y ponen la pelota donde quieren todo el tiempo.

“Pero se siente demasiado bien ganar en su estadio y enviarlos a casa y poder seguir adelante para intentar ganarlo todo”.

CUBS

En cuanto la bola tocó el cuero del guante de Pete Crow-Armstrong, el jardinero central de los Cachorros giró de inmediato para mirar a los aficionados que enloquecían en las gradas. Hizo un gesto de victoria con el puño izquierdo una vez. Luego lo hizo otra vez, y otra, y otra.

La bola que Crow-Armstrong tenía en su guante fue el último out que selló la victoria 3-1 sobre los Padres en el Juego 3 de la Serie de Comodines de la Liga Nacional el jueves en el Wrigley Field. Fue un duelo a todo o nada, y antes del juego, Crow-Armstrong se sentó ante los medios y dijo que los Cachorros “le deben más béisbol de postemporada” a los aficionados que convirtieron el antiguo estadio en una caldera durante tres días.

“Es real”, dijo Crow-Armstrong sobre la atmósfera. “Te estaría mintiendo si dijera que no estaba pensando en darme la vuelta y decirles algo a esas personas allá afuera. Les debemos todo a quienes vienen y están aquí cada día. Ellos son tan parte de esto como las personas en este clubhouse”.

YANKEES

El primer paso está cumplido. Para lograr su misión de defender el banderín y volver a la Serie Mundial, los Yankees primero necesitaban despachar a su rival más histórico. Y ya lo hicieron, asegurando una victoria por 4-0 sobre los Medias Rojas en el Juego 3 de la Serie de Comodines de la Liga Americana la noche del jueves en el Yankee Stadium.

La temporada de Boston terminó, mientras los Yankees descorcharon botellas y celebraron rociando cerveza en su clubhouse, aunque no por mucho tiempo. Todavía queda camino por recorrer. Ahora avanzarán para enfrentar a sus rivales divisionales, los Azulejos, en la Serie Divisional de la Liga Americana al mejor de cinco juegos, que comenzará el sábado en el Rogers Centre.

“Éramos un grupo con confianza, al entrar en esta serie contra los Medias Rojas”, dijo el capitán de los Yankees, Aaron Judge. “Ellos nos dominaron en la temporada regular, pero sabíamos lo que debíamos hacer. Este grupo sabía lo que teníamos por delante”.

En el 47ta aniversario del icónico jonrón de Bucky Dent que definió el banderín, Cam Schlittler se ganó un lugar en la historia de la rivalidad, superando a Connelly Early en un duelo de novatos de la Generación Z que mantuvo vivas las ilusiones de octubre en Nueva York.

“Se sintió como uno de los juegos más cargados de presión en los que he estado”, dijo el manager Aaron Boone. “Un gran oponente, un rival histórico. Los muchachos respondieron y jugaron un gran béisbol en estos días”.

Alimentado en parte por las provocaciones en línea de la Nación Medias Rojas, el lanzallamas Schlittler hizo pagar caro a los bates de Boston, alcanzando las 100 millas por hora en 11 ocasiones, incluidas seis en el primer inning.

El resultado fue una actuación de 12 ponches, la mayor cantidad para un novato de los Yankees en un juego de postemporada, superando a Dave Righetti, quien recetó 10 ponches contra los Cerveceros en el Juego 2 de la Serie Divisional de la Liga Americana de 1981.

“Desperté concentrado”, dijo Schlittler. “Sabía exactamente lo que debía hacer y salir a ejecutarlo, especialmente contra el equipo de mi ciudad natal. Como le dije ayer a Andy [Pettitte], no iba a dejar que me vencieran”.

Los Yankees aprovecharon errores defensivos de Boston en el cuarto episodio. Cody Bellinger abrió la entrada con un doble agresivo en un elevado de rutina que se le escapó del guante al jardinero central Ceddanne Rafaela.

Eso encendió una seguidilla en la que seis de siete bateadores de Nueva York se embasaron ante Early, incluyendo sencillos productores de Amed Rosario y Anthony Volpe. Austin Wells conectó un rodado que desvió el guante del inicialista Nathaniel Lowe, permitiendo la entrada de dos rayitas más.

“No jugamos defensa”, reconoció el manager de Boston, Alex Cora. “No le dieron fuerte a la bola, pero encontraron los huecos y todo pasó rápido”.

Schlittler, el derecho de 24 años nacido en Walpole, Massachusetts, sostuvo la ventaja con una faena de 107 lanzamientos, de los cuales 75 fueron strikes. Aunque su debut en Grandes Ligas llegó apenas a inicios de julio, demostró estar hecho para octubre, luciéndose con ocho entradas en blanco.

“Ha sido nuestra arma secreta desde que fue subido”, dijo Judge, aunque después de esa exhibición en un escenario nacional, probablemente ya no sea tan secreta.

El tercera base Ryan McMahon hizo la jugada defensiva de la noche en el octavo acto, lanzándose por encima de la baranda hacia el dugout visitante tras atrapar el elevado de foul de Jarren Durán.

McMahon dijo estar “seguro de que choqué con todo en ese dugout”, pero aseguró que espera estar listo para el inicio de la SDLA el sábado.

“Cuando los juegos realmente importan como este, significa mucho más”, comentó McMahon.

La historia estuvo muy presente en la serie, sobre todo después de que los Yankees perdieran el Juego 1. Se convirtieron apenas en el tercer equipo en ganar una Serie de Comodines tras caer en el primer encuentro, uniéndose a los Atléticos de 2020 (vs. los Medias Blancas) y los Padres de 2020 (vs. los Cardenales).

 

 

 

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